Palabras del Santo Padre:
Ahora, en el Cenáculo, Cristo
resucitado se presenta en medio del grupo de discípulos y los saluda: «¡La paz
con vosotros!» (v. 36). Pero estaban asustados y creían «ver un espíritu», así
dice el Evangelio (v. 37). Entonces Jesús les muestra las llagas de su cuerpo y
dice: «Mirad mis manos y mis pies —las llagas—; soy yo mismo. Palpadme» (v.
39). Y para convencerlos, les pide comida y la come ante su mirada atónita (cf.
vv. 41-42).
Hay un detalle aquí en esta
descripción. El Evangelio dice que los apóstoles “por la gran alegría no
acababan de creerlo”. Tal era la alegría que tenían que no podían creer que
fuera verdad. Y un segundo detalle: estaban atónitos, asombrados, asombrados porque
el encuentro con Dios siempre te lleva al asombro: va más allá del entusiasmo,
más allá de la alegría, es otra experiencia. Y estos estaban alegres, pero una
alegría que les hacía pensar: pero no, ¡esto no puede ser verdad! .... Es el
asombro de la presencia de Dios. No olvidéis esto estado de ánimo, que es tan
hermoso. (Regina Caeli, 18 de abril de 2021)
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